13 septiembre

Carlos Rebate (Securitas): “La seguridad ya no va de horas, sino de ecosistemas inteligentes y escalables”

* El director de Transformación de Securitas España acaba de ser nombrado máximo responsable de Soluciones de Seguridad de Securitas Iberoamérica.

* En entrevista con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL, el ejecutivo explica cómo la compañía avanza hacia un modelo de suscripción que combina personas, tecnología y datos para proteger más de 2.000 instalaciones.


En Securitas, la transformación digital que dirige Carlos Rebate pasa por convertir la seguridad en un servicio de datos, modelos y decisiones operativas en tiempo real. Para él, este paso es obligado y se enmarca en una década de transición: del cómputo de horas de vigilancia al consumo “como servicio”, fusionando personas, tecnología y diseño operativo para asegurar no solo instalaciones, sino procesos de negocio completos.

Carlos Rebate, recién nombrado director de Soluciones de Seguridad de Securitas Iberoamérica, cargo que compagina con la Dirección de Transformación en España, es un todoterreno de la digitalización. En su carrera figuran posiciones de liderazgo en Soluziona, Indra y Minsait. Tampoco son escasas sus referencias como autor, profesor o conferenciante. Habilidades todas a disposición de este periplo cambiante en el que se mueve su compañía y a la que aporta su discurso pausado y casi filosófico.

“Trabajo en una empresa cuyo propósito es hacer del mundo un lugar más seguro, y me lo creo”, explica en entrevista con DISRUPTORES - EL ESPAÑOL . El resto —modelos, sensores, bots, mapas y gafas— es el medio; la seguridad, entendida como continuidad del negocio y protección de las personas y del entorno, es el fin.

En ese sentido, Carlos Rebate ordena la ambición en escalones: de la seguridad clásica (personas y activos) a la garantía del proceso de negocio (pérdida desconocida, sabotaje, continuidad); después reconocimiento e innovación, y finalmente propósito —los proyectos de protección ambiental—. “Abriendo las miras es cuando entiendes los verdaderos dolores de cabeza del cliente: que una máquina se pare, una mercancía se estropee, un flujo sea ineficiente. Tenemos gestión de flotas, sensórica en entornos con movilidad para reducir siniestralidad… Hay un mundo entero por explorar para nosotros”, subraya.

La ventaja, sostiene, es integrar todo el ciclo: desplegar tecnología en cliente, instalar, mantener, monitorizar en remoto y actuar —con equipos en site, vigilancia móvil, analítica forense, supervisión de procesos o integración de calidad—, todo bajo un contrato de suscripción. “No es conectar señales de alarma: es preguntarse qué necesita el cliente para que su proceso sea más eficiente”, concluye.

La seguridad como servicio

Como adelantábamos, esta compañía quiere mover el sector del cómputo de horas a suscripciones que combinan personas, tecnología y diseño de servicio para asegurar continuidad operativa.

Carlos Rebate traza el paralelismo con la maduración del outsourcing IT en los 90 y 2000: de “poner 200 personas” en cliente a contratos sofisticados con KPIs, penalizaciones y previsibilidad financiera. “Ese es el gran cambio que tiene que vivir la seguridad”, asevera; y admite que los contratos por objetivos (compartir riesgo/beneficio) son una frontera a la que aún le queda recorrido.

Ese giro no es teórico. Hoy, según datos de la compañía, Securitas protege más de 2.000 instalaciones en formato ‘como servicio’ —análisis de riesgos, diseño, personas y tecnología— con clientes corporativos en farmacéutico, químico, logística, transporte o universidades.

El rol de la inteligencia artificial

Desde 2022, el tablero ha cambiado al calor de la IA generativa… y de su inevitable resaca. Rebate lo reconoce con naturalidad: el hype ha traído picos y valles, pero también madurez real en áreas como la visión artificial, mientras otras disciplinas “suben la rampa” de adopción.

“Sabemos las tecnologías dentro de la IA que están plenamente consolidadas en nuestro mundo, como puede ser la visión artificial. El lenguaje irrumpió a finales de 2022, aunque ya venía de antes; hay tecnologías maduras, y hay otras que están emergiendo”, sintetiza.

Uno de los focos que más le obsesiona es la IA causal aplicada a operaciones: modelos que permiten responder a la pregunta “¿qué pasaría si…?” para priorizar mejor cada intervención.

“Mi sueño es generar modelos causales donde puedas explorar el efecto de una intervención o contrafáctica. No requiere inteligencia artificial general: es una idea ‘débil’ que solo hay que hacer crecer. Ya lo hacemos con miles de clientes, cambiando prioridades de riesgo para que esa señal sea priorizada en nuestros servicios remotos”, explica. El reto, admite, no es tanto técnico como organizativo: “Lo complejo es meterlo dentro del proceso operativo y que el humano colabore con la información que le suministra la IA para decidir en tiempo real ante un riesgo alto”.

Antes de la IA generativa

Antes de la ola generativa, Securitas ya venía de automatizar más de 100.000 tareas y operar con unos 20 bots concurrentes en backoffice, con supervisión humana y una capa adicional —a la que llaman cortex— que filtra y prioriza.

Su evolución natural, los agentes autónomos sobre modelos de lenguaje, están en piloto: siempre que tengan valor incremental a los RPA en segmentación y cualificación. La clave, insiste Carlos Rebate, es que el negocio identifique dónde ahorra esfuerzo repetitivo para liberar tiempo a tareas humanas de mayor valor.

La gestión del cambio, de hecho, vertebra gran parte de su relato. “¿Cómo incorporas eso en el día a día de un backoffice de operaciones de 500 personas?”, se lamenta, al tiempo que reivindica el concepto de exocórtex para describir cómo se amplía la capacidad de decisión humana con apoyo algorítmico.

En cualquier caso, Securitas ha rodado modelos en paralelo a los equipos humanos durante casi un año para comparar su rendimiento antes de integrarlos en la operativa. “Estamos continuamente midiendo precisión y cobertura. En seguridad prefieres asumir falsos positivos antes que dejar realidades fuera; por eso, según el caso, priorizamos una u otra métrica. Vimos que el modelo ayudaba mucho al humano a tomar decisiones y decidimos incorporarlo en el proceso”, resume.

Otro proyecto del que está especialmente orgulloso es el que cruza incidentes históricos con fuentes externas para geolocalizar distintos riesgos a escala de sección censal —“con una precisión de unas cuantas manzanas”— y visualizar su propagación. “Tenemos desde hace tiempo una capa de predicción que seguimos evolucionando para que sea visualmente explotable y que podamos compartir con el cliente”, añade en este punto.

Y de ello, corazón del negocio de Securitas, a otros menos mentados, como el que mezcla IoT e IA para la detección temprana de incendios mediante sensores que “aprenden” el olor normal de un bosque y detectan el “cóctel de gases” de la combustión. “Es como tirar narices en un bosque, un sensor cada dos hectáreas, para monitorizar en remoto y detener el incendio en fase temprana”, ligando el proyecto al propósito de “proteger ecosistemas y biodiversidad”.

En vídeo, no hay dudas: “Las analíticas de vídeo funcionan muy bien y son un cambio natural: capas de IA sobre imagen para detectar comportamientos anómalos y filtrar falsos positivos. Nosotros vivimos con el falso positivo; casi todo lo es. Lo interesante es acertar cuando sí lo es y proteger al cliente, su instalación y a las personas”. Esa mirada se integra con sensores (temperatura, humedad, aperturas) de bajo coste que aportan contexto adicional sobre procesos.

Ciberseguridad e incluso metaverso
Cuantos más elementos conectados, mayor superficie de ataque. Securitas mantiene equipo interno de ciberseguridad y colabora con socios, pero no pretende competir como proveedor puro de estas tecnologías, como hacen sus rivales.

“No vendemos ciberseguridad en el mercado; aspiramos a ser ciberseguros y ciberresilientes. Si el cliente requiere asesoramiento, podemos hacerlo directamente o con partners”, señala Rebate. Estratégicamente, prioriza crecer hacia protección de personas y procesos de negocio —donde la tecnología pesa cada vez más— frente a abrir una división de ciber al uso.

Y sí, pese al pinchazo del metaverso, mantiene la convicción en la realidad virtual como herramienta para “ver el mundo a través de nuestros ojos” y formar equipos en entornos que no existen físicamente. “No es aún su momento, pero nos va a cambiar la vida en el futuro”, defiende ante el escepticismo de este periodista.

 

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