El comité de huelga reclama la intervención urgente del Ministerio de Transportes tras denunciar "falta de diálogo y abandono institucional"
El comité de huelga de los vigilantes de seguridad de Trablisa mantiene su protesta indefinida en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas en un contexto que califican como "muy complicado", marcado por lo que denuncian como presiones por parte de la empresa y la Guardia Civil, además del déficit estructural de personal que, aseguran, pone en riesgo la seguridad aeroportuaria.
Denuncias de acoso, vigilancia y represalias
Según han declarado varias integrantes del comité, entre ellas Soledad Risco y Rosa Agustino, Trablisa está aplicando medidas disciplinarias como propuestas de sanción, envío de vigilantes a casa y presión individualizada sobre los trabajadores que participan en la huelga, según ha podido confirmar este medio. Desde Trablisa han preferido no hacer ninguna valoración a los vídeos difundidos por las trabajadoras del comité de huelga.
"La empresa propone sanciones de forma masiva, manda a compañeros a casa, y eso está afectando a la salud de muchos, que ya han cogido bajas por ansiedad", denunció Rosa Agustino en uno de los vídeos difundidos en redes sociales.
Ambas trabajadoras también afirman que la Guardia Civil estaría utilizando las cámaras de seguridad para realizar seguimientos del desempeño de los vigilantes, presuntamente con el fin de informar a la empresa sobre quién estaría "ralentizando" el paso de pasajeros. "Nos sentimos perseguidos. Nos colocan a agentes detrás para presionarnos, a pesar de que estamos cumpliendo los protocolos establecidos. No pueden pretender que pongamos en riesgo la seguridad por acabar antes las colas", afirmó Soledad Risco.
Desde Trablisa, por su parte, también desmienten las acusaciones de acoso o presión. "Nos limitamos a garantizar que se cumplan los servicios mínimos del 100% que ha decretado la Delegación del Gobierno", afirman. La empresa no ha querido valorar directamente las denuncias sobre las propuestas de sanción ni la incorporación de personal externo.
Falta de medios, exceso de carga laboral y esquiroles
El comité de huelga, integrado por nueve personas, insiste en que la raíz del conflicto es estructural y que el servicio se mantiene únicamente gracias al sobreesfuerzo de los vigilantes. "El servicio sale a costa de las horas extras que echan muchísimos compañeros, porque no llega el sueldo a fin de mes a casi nadie", denunció Soledad Risco.
Además, critican que se haya incorporado personal de otros aeropuertos como Palma, Valencia o Málaga para cubrir los puestos, lo que califican de actuación ilegal: "Son esquiroles. Eso está prohibido y se está permitiendo aquí en el aeropuerto", afirmó Agustino. También denuncian que la empresa no les ha entregado los estadillos de trabajo solicitados, necesarios para verificar el cumplimiento del derecho de huelga y de los servicios mínimos establecidos. Además, en otro vídeo, Soledad Risco señala que el comité no está pidiendo nada que no le corresponda: "Estamos en un colectivo que trabaja de forma precaria. Las mejoras que pedimos son para garantizar la seguridad de los pasajeros. Los días de colas había hasta doce máquinas cerradas y muchos puestos descubiertos. No es culpa nuestra. Pero pedimos perdón a los ciudadanos".
Desprotección institucional y llamamiento al diálogo
Los miembros del comité aseguran sentirse abandonados. "No nos ampara nadie. Ni la empresa, ni AENA, ni la Guardia Civil, ni la Policía Nacional", afirma Risco. Rosa Agustino ha pedido directamente la intervención del Gobierno: "Pido por favor que el Ministerio o alguien superior se digne hablar con nosotros. Ya no podemos más". A pesar del malestar generalizado, el comité insiste en que su lucha es por condiciones laborales dignas y una mejora del servicio. Subrayan que el deterioro de la situación está teniendo consecuencias sobre la salud mental y física de la plantilla, y que la seguridad aeroportuaria también se está viendo comprometida.
Repercusión en los pasajeros
Desde el inicio de la huelga, los pasajeros han experimentado colas de hasta 90 minutos en los controles de seguridad, tanto en accesos estándar como en fast track. Agentes de la Policía han intentado aliviar el impacto organizando el flujo de personas, especialmente en casos de familias con niños o personas con movilidad reducida. "Llevamos aquí más de una hora y media", comentaba un grupo de viajeros el pasado lunes, mientras esperaban para pasar por uno de los controles.

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